CHAINMEN. A mi manera, sin cadena y con pedal

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Chainmen en Primavera
Jul
15

Ahora, en la ultima fase de mi actividad montañera, ahora, que no utilizo el coche particular en mis desplazamientos, ahora, que ya no tengo prisa por volver, recobro la libertad y algunos de los sabores de aquellas primeras salidas a la montaña en mi juventud, cuando utilizábamos los transportes públicos como medio de locomoción y nuestra ilusión, por experiencia.

valle de losa

Lee mas abajo los sabores «Tutifruti» de AQUELLAS excursiones ….
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  • Aquellas en la que el esfuerzo de su ascensión, era menor que el del acercamiento a su base de acceso.
  • Aquellas en las que tenia que acercarme con la bici, por que no tenia otro medio de aproximación.
  • Aquellas en las que subía por un lado y bajaba por donde quería o, por donde tenia algún medio de transporte para volver a casa.
  • Aquellas en las que tenia que ir un día de labor, por que los festivos no había servicio de autobús y me obligaban realizar la vuelta cambiando en algunos casos de provincia.
  • Aquellas en las que por falta de comunicaciones, me hicieron subir y bajar a pie todos los puertos de montaña de mis alrededores y no tan alrededores y en Euskadi tenemos un montón
  • Aquellas en las que compañías, que teniendo que realizar conexiones de trayectos, estaban enfadadas y no se esforzaban por compaginar sus horarios, obligándonos, a realizar buenas carreras a pie y filigranas para no perder la combinación y llegábamos incluso, a liberar de la mochila al mas rápido del grupo para que llegase antes y retuviese al autobús
  • Aquellas en las que nos llovía durante el ascenso, el descenso y lo que era peor llevadero, esperando al medio de transporte. Todo ello con la loneta de algodón como tejido técnico de nuestras ropas contra el agua
  • Aquellas en las que realizábamos excursiones a las cumbres nevadas, con botas de txitxinabo, en las que al poco rato llevábamos mas agua dentro de ellas que en la cantimplora. Dicen que los Lamas Tibetanos tienen la facultad de secar un jersey de lana mojado solo concentrándose en hacerlo ¡Nosotros el jersey y las botas!
  • Aquellas en las que salíamos al pirineo, con una guía de Renfe para saber las estaciones que faltaban, antes de nuestra parada, ya que muchas veces no había viajero alguno al que preguntar
  • Aquellas en las que no teníamos planos, en los que figurasen los cominos y nos guiábamos de nuestra intuición y de la situación de las principales cumbres ¡Que palizas! ¡Que itinerarios! ¡Que pirineo mas solitario y salvaje!
  • Aquellas en las que nadie del club conocía su itinerario y cuando llegábamos a su base, le preguntábamos al jefe de estación o al primer lugareño que pillábamos, donde estaba la cima y según nos indicaban la situación con el brazo extendido, ese, era nuestro recorrido ¡Que «directas»!
  • Aquellas en las que mas de una vez, durante el mes de vacaciones en el pirineo, estábamos mas de 15 días sin ver una persona
  • Aquellas en las que volver de algunos puntos del pirineo llegaban a costarnos 25 horas de viaje, la velocidad media de los autobuses era 20 Km y del tren rápido 50 km. a la hora
  • Aquellas en las que compartíamos nuestras montañas con los últimos «Maquis»
  • Aquellas en las que teníamos que llevar, un permiso escrito con la autorización de nuestros padres para viajar en el tren, ya que eramos menores de edad y si no lo teníamos, la policía nos devolvía a casa
  • Aquellas en las que durante años, tuve que ir a pirineos pegado a un papel que decía, ¡ Inútil total, libre del contingente militar!
  • Aquellas en que la juventud, la ilusión, la soledad y la alegría, nos hacían «atarzanarnos» y «asilvestrarnos» rapidamente y al segundo día, ya formábamos parte del lugar
  • Aquellas en las que aprendí a buscarme comida fresca, con el martillo de escalada y otras tecnicas, convirtiéndonos, en jodidos e ilegales furtivos
  • Aquellas en las que efectuábamos invernales, a -20º llevando como prendas de abrigo, un impermeable de calle de nylon un «Piumadoro» con botones, metido por dentro de la cintura del pantalón y unas manoplas sencillas, del mismo material. Todavía hoy, conservo la costumbre de arañar al aire, con los pies y manos para mantener el calor
  • Aquellas en las que vivaqueábamos a la intemperie, dentro de la mochila grande, agarrados a un tubo de leche condensada para combatir el frío, por que como eramos unos críos sin posibilidades no podíamos comprar saco ni tienda
  • Aquellas en las que escalábamos con cuerdas de cáñamo mas rígidas que la pata de un santo, donde lo mas sofisticado que teníamos era rapelar con un ocho de cuerda, los mosquetones de acero que los usaban los bomberos, clavijas, martillos, estribos, diseñados por nosotros y realizados por nuestros amigos y parientes en sus lugares de trabajo ¡Que buena era la chapa naval! ¡Que bien soldaba mi tío!
  • Aquellas en las que… aquellas… aquellas..

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¡¡ Cualquier tiempo pasado, no fue siempre mejor !!

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