CHAINMEN. A mi manera, sin cadena y con pedal

Estos días las campas y algunos claros de los bosques comienzan a plagarse con las flores del trébol (ver propiedades).
Voy caminando entre tréboles y no puedo resistirme, me agacho, recojo una rojiza flor y, me pongo a masticarla y a chuparla recordando mi niñez.
Sigo caminando y, me viene a la memoria una acampada de varios días al borde de un hermoso bosque que realizamos con los hijos aun muy pequeños
Como toda buena salida que se precie y máxime cuando es precipitada, siempre se nos olvida coger alguna cosa, casi siempre es algo que no tiene mucha importancia, pero falta
Ya hemos realizado nuestra primera excursión por el lugar, hemos comido, estamos de relax ¡Ama! ¡Aita!. Quiero «chuches». Nos miramos ¿Las has cogido tu? ¡No! ¡Tierra traganos!. Estamos a bastantes kilómetros de la tienda de «chucherías» mas próxima, buscamos y rebuscamos pero no encontramos nada. A grandes males grandes remedios. Mirar estas flores de trébol son como «chuches» tiras de aquí la aplastas con los dientes y chupas esta parte blanca
Pasan los dias y se termina la acampada, recogemos la tienda y los trastos, me dispongo para echar la ultima «miradita del gitano» por el lugar, con los críos ya se sabe, pateo toda la campa ¡Jodo!

¡Amatxu, los críos han segado la campa!

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Hace un día de primavera expendido. Hoy me pide el cuerpo acercarme a la mar. Comienza el ritual, cojo la mochila meto la cámara de fotos, el mp3, la botellita de agua y algo para picar
Hace poco estuve en el acantilado de Algorta (ver post) recordando otros tiempos, no pude estar un buen rato y me parece que volveré a este lugar
Ya estoy en el Puerto Viejo de Algorta, recorro poco a poco hasta el ultimo rincón de este lugar. Tiene un regusto marinero fenomenal. Tengo el privilegio de asistir desde lo alto de las escaleras a un mitin de un personaje peculiar del lugar
¡Fuera las corbatas!
¡Sentir la libertad!
¡Quitaros los trajes como yo!
¡Abandonar los coches!
¡Ser libres!
Recordando el estupor y los comentarios de la gente del trabajo el día que abandone el traje y la corbata, casi me lanzo y le ayudo al mitinero. Seguramente me arrepentiré de no haber aprovechado este momento
Recorro las tabernas saboreando la variedad de pintxos y trasegando cerveza SIN ¡ Coño parece que me voy acostumbrando! las conversaciones que escucho son relajadas y de temas del lugar, o de actualidad
Aterrizo en la zona del parking pero enseguida me largo, se esta llenando de pijos con su insulso y falso trato social
Esta comenzando la puesta del sol y secundo a la gente “que la entiende”, que se sienta en las escaleras del barrio pesquero aprovechando los últimos rayos de sol. Me tumbo en el muro de la inclinada baranda, como lo haría un lagarto, eso si, con las palmas de las manos mirando al sol ¡Que ratito!

Pensandolo bien empezare a mostrar las fotos por el final, asi, en vez de parecer que me marcho y decir adios diré ¡Hola!

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Muchas son las utilidades que tiene el Espino.

a) Sus rojas bayas en el otoño, cuando los Petirrojos (Txantxangorris en euskera) se preparan para emigrar y se vuelven frugívoros sirven para que puedan coger reservas aquellos que decidan emigrar.

b) Sus flores, bayas y hojas son la base para multitud de recetas para las dolencias del corazón, según me contó un viejo pastor, sus bayas son de lo mejor para regular la tensión

c) Su intrincado y espinoso ramaje es un refugio natural para las aves que anidan en el, les protege de sus depredadores

El Espino, creo que tiene otro uso sin confirmar y que he observado en ciertos recorridos de montaña, el cual es, servir su situación de orientación del trazado de algunos caminos

Pero el motivo de este pequeño homenaje o momento, no es otro que el agradecer el servicio que nos prestaron sus espinosas ramas
Fue una Semana Santa hace ya muchos años, cuando estuvimos acampados dos parejas en un hermoso bosque nevado y, por circunstancias (no existían los móviles ni los emal) nos encontramos con algunos alimentos duplicados y la carencia de otros, así que teníamos varios chorizos y morcillas y !Mas de dos kilos de champiñones! y, sin utensilios adecuados para cocinarlos. Aquí fue donde el Espino nos echo una mano.
Imaginaros un atardecer en un entorno nevado, una crepitante fogata de ramitas de brezo y haya, cuatro individuos a su alrededor armados con sendas ramas de Espino en sus manos, encima de las llamas y en cada pincho de estas ramas, un trozo de chorizo o, una morcillita o, lo mas sabrosón, unos champis clavados en cada pincho vertical con unas gotitas de aceite y unos granos de sal y, así una, y otra vez, que gozada, que calentitos dormíamos. Durante la infancia de mis hijos hemos practicado muchas veces este momento Arguiñano ¡GRACIAS ESPINO!

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Uno de los motivos de los relativamente escasos incendios forestales en Euskadi, durante el verano, se debe a la existencia casi invasiva de esta primitiva planta llamada helecho.

En el verano alcanza la plenitud del desarrollo cubriendo parte del suelo de nuestros bosques y claros de una tupida alfombra verde, que dificulta la propagación del fuego.

Durante el invierno se seca y marchita, acabando su ciclo vital, en una estación del año donde el riesgo de incendios en menor.
También antaño y ahora en menor medida, contribuye a un menor riesgo de incendios en esta época de invierno el hecho, de que nuestros baserritarras recogiesen los helechos secos para utilizarlos de cama para el ganado en las cuadras

Aunque reconozco sus beneficios y les doy las gracias, personalmente tengo un par de recuerdos de mi vida montañera de los cuales a pesar de los años transcurridos, no me puedo olvidar, fue el día de San Pedro, el mas caluroso según los meteorólogos y después de una buena paliza entre rocas ardientes, sin agua, tuve que atravesar un largo camino entre helechos que eran mas altos que yo, el agobio y la sensación de asfixia me hizo derrumbar justo al terminar. Durante una hora estuvimos metidos tumbados en un rio poco profundo, con una piedra encima de la tripa para no flotar

Deseo que si os encontráis alguna vez en una situación como esta, tengáis buena provisión de, agua, oxigeno y coj… para después de salir, dar las gracias por su existir Je, Je, Je

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Hoy por hoy y no se hasta cuando, desde mi ventana, me entero de cuando llega la primavera al asomarme y mirar hacia el monte Argalario, veo los cerezos en flor que inundan su ladera en el barrio de Sobrecampa.
¡Con que fuerza me llaman!
¡Que recuerdos me traen de mi niñez en el desaparecido barrio de «Tileche» o Telletxea donde había tantos!
En los últimos 19 años siempre realizo el mismo ritual. Cojo agua y comida, monto en mi querida «Burrita» (bicicleta de montaña) y tiro para arriba, cuando llego a su altura, aminoro la marcha, en parte, obligado por el fuerte repecho de este duro puerto, por la edad, ya se sabe, a estas alturas de la vida cada año que pasa un diente menos en la boca y, un diente mas en los piñones de la «Burrita». Pero el principal motivo que me obliga a pasar despacio e incluso a bajarme y caminar es, deleitarme y empaparme del sutil olor de sus flores y poder caminar pisando la alfombrilla de pétalos de sus blancas florecillas esparcidas por el camino, después de arreciar algún viento fuerte ¡Que gozada!
Algun año tendré que ir al valle del Jerte y experimentar esta sensación en grado superlativo

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